Nuestra conversación fue interrumpida por una situación que captó la atención de todos. Dos policías, de esos rechonchos que ridiculizan en la televisión mexicana, habían detenido un transeúnte. Era un joven moreno, de estatura media y delgado; un "flaco corrioso" dirían por ahí. Su vestimenta recordaba al instante el folclor de la música y estilo vallenato, bastante popular en los barrios de Monterrey a finales de los noventa; hoy en día sigue siendo referencia obligada en las colonias populares, y yo de vez en cuando pongo con nostalgia la música de Celso Piña pues me recuerda a cuando era niño. Además, el muchacho llevaba una pequeña mochila en la espalda a la que se aferraba con ambas manos, sujetando las cintas para los hombros como si en ella su cuerpo encontrara el soporte.
El camión no se movía mucho, y debido a nuestra posición, teníamos perfecta visibilidad de lo que pasaba con el chico y la policía. Para este momento todos en el autobús especulaban sobre ello y afinaban la vista para estar al pendiente ¿Se habrá robado algo? ¿Traerá droga entre sus cosas? ¡Ya lo agarraron por malandro!
Los policías iban a inspeccionar su mochila, pero él no se la iba a quitar... no, señor. En lugar de eso, el tipo se dio la vuelta, por lo menos podrían revisarla en su espalda, así que uno la abrió mientras otro se puso a un lado, vigilante. "¿Una pistola?" Decían desde dentro "¡De seguro es mariguano! Ha de traer todo ahí".
¡Adiós! la mochila cayó al suelo, el policía que vigilaba dio tres pasos y desistió de correr. El astuto muchacho dejó al oficial con la mirada en la mochila y salió corriendo como si no hubiera mañana. Lanzó la carnada y ellos picaron, sabrá Dios qué llevaba, pero el tipo escapó ante la mirada de decenas de personas que esperaban desde sus vehículos.
¡Qué truco tan viejo! Más viejo que el hombre mismo.
En la naturaleza, aunque los animales no suelen llevar bolsas misteriosas, sí que usan distracciones para ganar valiosos segundos antes de huir fugazmente de un depredador. Y es bien sabido que las lagartijas se valen de desprender su cola cuando uno las trata de tomar, lo cual se llama autotomía.
Este mecanismo ha existido por más de 250 millones de años, y en nuestros días es representado en su mayoría por reptiles y anfibios, los cuales dejan a su depredador con un pedazo de cola en movimiento. El animal espera, como el protagonista de nuestro relato, a que su perseguidor sienta que ha conseguido lo que buscaba, pues no soltará su cola a menos que ésta haya sido agarrada con firmeza. En este momento la cola será liberada como resultado de fuertes contracciones musculares, y aunque la carne del animal queda expuesta, no hay cortes en los músculos. Esto reduce al mínimo la pérdida de sangre y otros fluidos, sin embargo, lo anterior no significa que el reptil continué sus días sin secuelas de la amputación.
Si la especie puede regenerar su cola, ésta no será similar a la anterior. Puede cambiar de color, de grosor o tamaño, incluso crecer con bifurcaciones, generando dos colas, y aunado a lo anterior, los huesos vertebrales nunca se recuperan. En su lugar la parte caudal del animal tendrá soporte cartilaginoso.
Para muchas especies la cola hace buena función como depósito de grasa, por lo tanto, perderla no parece un buen negocio para quienes luchan por sobrevivir en un inhóspito desierto, donde dejar ir nutrientes puede significar la muerte. No extraña que los animales esperen hasta ser sujetados para recurrir a esta opción de emergencia.
Uno de esos reptiles de tierras desérticas es el geco de bandas (Coleonix brevis) que habita en el noreste mexicano. Se ha encontrado que esta pequeña lagartija la pasa un poco mal luego de recurrir a la autotomía, pues los huevos que produce después son de menor tamaño, o peor aún, deja de producirlos.
El eslizón de tierra (Scincella lateralis) parece haber encontrado una alternativa a la pérdida de recursos. La cola de este animal no sólo se mueve aleatoriamente como en el resto de las especies, sino que tiene la capacidad de dar de saltos como si de otra lagartija se tratase ¿Se puede escapar dos veces al mismo tiempo? Sí. Luego de huir, el eslizón regresa para verse de nuevo con su cola, que se mueve tanto que puede que el depredador nunca la encuentre. Si logra dar con su extremidad de nuevo, la engullirá para no desperdiciar nutrientes.
Sin embargo, para otras especies la morfología o los recursos no son lo único de lo que hay que preocuparse, tal es el caso de otro lagarto mexicano, el Uta stansburiana. Este reptil pierde su condición social al perder la cola, así que le es más difícil encontrar pareja, esto también se ha encontrado en la lagartija serrana española (Iberolacerta monticola). Imaginen si es una difícil decisión, en Uta stabsuriana los biólogos también han descubierto que aunque perder la cola afecta el status a ambos sexos, los machos recurren a esta alternativa mucho menos, y es que las hembras parecen tener un rol que les permite tener éxito reproductivo aún luego de perder la cola, lo cual no pasa con los machos. Los investigadores han demostrado que éstos son menos cautelosos para una segunda escición, mientras que las hembras son tan cuidadosas como antes, esto sugiere que los machos pierden mucho más luego de un primer corte de la extremidad, y un segundo ya no es tan importante.
"¿¡Viste?! ¡Se fue corriendo!"
Un poco de incertidumbre inundó el camión, en ese momento todos estábamos bien atentos a que pasaría, y yo, estudiante de biología al fin y al cabo, sólo atiné a decir
"!Güey! ¿Sacas que le hizo como las lagartijas cuando sueltan la cola?".
Para mi sorpresa todos escucharon el comentario y las risas aparecieron, las mismas que terminaron la escena. Todos regresamos a la conversación cotidiana, encerrados en el tráfico entre las cinco o seis de la tarde.
Herpetology: An Introductory Biology of Amphibians and Reptiles By Laurie J. Vitt, Janalee P. Caldwell
Sexual Dimorphism in the Ease of Tail Autotomy: Uta stansburiana with and without Previous Tail Loss
Si la especie puede regenerar su cola, ésta no será similar a la anterior. Puede cambiar de color, de grosor o tamaño, incluso crecer con bifurcaciones, generando dos colas, y aunado a lo anterior, los huesos vertebrales nunca se recuperan. En su lugar la parte caudal del animal tendrá soporte cartilaginoso.
Para muchas especies la cola hace buena función como depósito de grasa, por lo tanto, perderla no parece un buen negocio para quienes luchan por sobrevivir en un inhóspito desierto, donde dejar ir nutrientes puede significar la muerte. No extraña que los animales esperen hasta ser sujetados para recurrir a esta opción de emergencia.
Uno de esos reptiles de tierras desérticas es el geco de bandas (Coleonix brevis) que habita en el noreste mexicano. Se ha encontrado que esta pequeña lagartija la pasa un poco mal luego de recurrir a la autotomía, pues los huevos que produce después son de menor tamaño, o peor aún, deja de producirlos.
Geco de bandas texano (Coleonix brevis) con cola regenerada luego de recurrir a la autotomía. |
El eslizón de tierra (Scincella lateralis) parece haber encontrado una alternativa a la pérdida de recursos. La cola de este animal no sólo se mueve aleatoriamente como en el resto de las especies, sino que tiene la capacidad de dar de saltos como si de otra lagartija se tratase ¿Se puede escapar dos veces al mismo tiempo? Sí. Luego de huir, el eslizón regresa para verse de nuevo con su cola, que se mueve tanto que puede que el depredador nunca la encuentre. Si logra dar con su extremidad de nuevo, la engullirá para no desperdiciar nutrientes.
Sin embargo, para otras especies la morfología o los recursos no son lo único de lo que hay que preocuparse, tal es el caso de otro lagarto mexicano, el Uta stansburiana. Este reptil pierde su condición social al perder la cola, así que le es más difícil encontrar pareja, esto también se ha encontrado en la lagartija serrana española (Iberolacerta monticola). Imaginen si es una difícil decisión, en Uta stabsuriana los biólogos también han descubierto que aunque perder la cola afecta el status a ambos sexos, los machos recurren a esta alternativa mucho menos, y es que las hembras parecen tener un rol que les permite tener éxito reproductivo aún luego de perder la cola, lo cual no pasa con los machos. Los investigadores han demostrado que éstos son menos cautelosos para una segunda escición, mientras que las hembras son tan cuidadosas como antes, esto sugiere que los machos pierden mucho más luego de un primer corte de la extremidad, y un segundo ya no es tan importante.
"¿¡Viste?! ¡Se fue corriendo!"
Un poco de incertidumbre inundó el camión, en ese momento todos estábamos bien atentos a que pasaría, y yo, estudiante de biología al fin y al cabo, sólo atiné a decir
"!Güey! ¿Sacas que le hizo como las lagartijas cuando sueltan la cola?".
Para mi sorpresa todos escucharon el comentario y las risas aparecieron, las mismas que terminaron la escena. Todos regresamos a la conversación cotidiana, encerrados en el tráfico entre las cinco o seis de la tarde.
Herpetology: An Introductory Biology of Amphibians and Reptiles By Laurie J. Vitt, Janalee P. Caldwell
Sexual Dimorphism in the Ease of Tail Autotomy: Uta stansburiana with and without Previous Tail Loss